Pueden llegar a hacer desagradable o hasta miserable la vida de los demás. Son esas personas “difíciles de carácter”, con quienes hay que convivir en la familia, la oficina, e incluso, en una relación de pareja. Según los trabajos del sicólogo norteamericano Paul Hauck, autor de “Cómo lidiar con personas que te vuelven loco”, existen cinco tipos de personalidades que calzan con este perfil. Muchos de ellos arrastran problemas sicológicos o carecen de herramientas sociales para tratar con los demás. Por eso, la clave para lidiar con un insoportable es no olvidar que la raíz del problema está en él. Y desde ahí, enfrentarlo.
Agresivos o bullies
Son egocéntricos, incapaces de ponerse afectivamente en el lugar del otro y por eso humillan. Es recomendable intentar “entenderlos”, pensar que hay muchas cosas en su vida que no andan bien, y luego hacerlos conscientes de su agresividad. “Muchos no les piden que cambien por temor a represalias. Sin embargo hay que hacerlo, pero desde un tono amable y respetuoso”, explica Tanja Karle, sicóloga de la Universidad Mayor. Como el agresivo busca alterar a las personas, la respuesta debe ser firme, pero pacífica y educada. Esto lo descolocará y advertirá de su error. En casos de violencia, es necesario alejarse de la persona.
Fracasados
Son negativos, no se permiten el éxito personal y tampoco el de los demás. “Hacen sentir a las personas como si fueran idealistas. Pero la verdad es que son ellos los que ven el mundo de manera negra”, explica Javiera de la Plaza, sicóloga especialista en asertividad. Esconden síntomas depresivos y se autosabotean. “Generan cansancio y alejamiento de los demás. Y la creencia de que todo les resulta mal se hace realidad”, explica Birgitt Nevermann, sicóloga y gerente de Laborum Selección. Un ejercicio práctico para enfrentarlos es contarles algo y pedirles que sólo comenten lo que les parece bueno. Así advertirán que el problema está en ellos.
Mimados
Culpan a otros de sus emociones y se victimizan para conseguir lo que quieren. Los expertos consideran que se trata de una suerte de violencia solapada, sobre todo cuando ocurre en la pareja. Causan sentimientos encontrados, porque muchas veces las personas ceden ante ellos por la pena, “pero uno termina enojado con uno mismo, al sentirse manipulado”, explica Javiera de la Plaza. Para enfrentarlos hay que tomar las decisiones siempre desde un punto de vista racional, decirles lo mucho que se los quiere o estima, pero nunca ceder ante sus presiones.
Controladores
Son personas posesivas y sofocantes, pero en el fondo muy inseguras de sí mismas. Los más débiles “tienden a necesitarlos, para que les digan qué hacer”, explica Paula Sáez, académica y sicóloga de la U. Diego Portales. Una estrategia para lidiar con ellos es escucharlos y luego exigirles que también hagan cosas por uno, así se les hará saber que no intimidan al resto.
Perfeccionistas
Están asociados a rasgos más obsesivos. Son personas inteligentes, pero con baja tolerancia a la frustración. “Son rígidos, hacen elecciones entre uno o cero”, dice De la Plaza. Con esa misma vara les exigen a los demás. Pero como siempre piden más, “nunca quedan conformes, por lo tanto se entrampan”, afirma la experta. Generan inseguridad y bloqueos en sus víctimas. Lo ideal para no perder la autoestima ante sus críticas es no caer en el juego de esforzarse siempre para ser aceptados por ellos.