El presidente Mauricio Macri y el mandatario electo Alberto Fernández participaron hoy juntos de la misa convocada por la Conferencia Episcopal Argentina en la basílica de Luján para pedir por la “unidad” y la “paz” a menos de dos días del cambio de gobierno, en un clima de cordialidad que compartieron también los funcionarios entrantes y salientes.
Los saludos entre unos y otros se dieron en la llegada y se volverían a repetir en el final de la misa que presidió monseñor Oscar Ojea, titular del Episcopado.
Macri y Fernández llegaron minutos antes de las 11, casi en forma simultánea, se saludaron y caminaron juntos el sendero vallado que los condujo a sus lugares, ubicados en la primera fila central, frente al altar montado de espaldas a la basílica; fue un momento de alta expectación, con todas las miradas pendientes de los movimientos de ambos, que sentados uno al lado del otro, intercambiaban comentarios y sonrisas.
Ambos llegaron a pie, y en compañía de sus parejas, Juliana Awada y Fabiola Yañez, y los acompañaron gran parte de sus gabinetes, el saliente y el que comenzará a partir del martes con el cambio de gobierno.
Durante la misa, que duró una hora y veinte minutos, presidida por monseñor Ojea, con la homilía a cargo del arzobispo de Mercedes-Luján Jorge Eduardo Scheinig, se pidió por la “unidad” y la “paz”; pedido al que se unieron en oración los representantes de los diferentes credos que conviven en Argentina.
Ojea abogó por la construcción de una “cultura de la equidad”, una reconexión “con la realidad” y “un trabajo cuerpo a cuerpo con los hermanos, en especial con los más pobres, tal como pide el papa Francisco”, como cierre de la misa, y pidió también “dejarnos evangelizar por los pobres, que con sus dolores conocen al Cristo sufriente”, para que sean “prioridad de veras”.
Si bien durante toda la misa, ambos mandatarios intercambiaron gestos de amabilidad, hubo dos momentos históricos, cuando se saludaron con un beso y un abrazo, al momento del Saludo de la paz, al final de la misa, y luego de las oraciones pronunciadas por los titulares de las distintas religiones, cuando Ojea pidió un nuevo saludo.
El intercambio final entre ambos mandatarios se constituyó en símbolo del clima que reinó en este oficio religioso, que se extendió también a los colaboradores de ambos gobiernos, el que se va y el que llega.
Luego de la celebración, a la acudieron miles de fieles en peregrinación, ambos mandatarios se retiraron saludando a la gente que se agolpó a los costados de las vallas que marcaban el camino hacia la Basílica, en un día que acompañó, soleado y cálido.
“Fue una misa muy emotiva y muy linda, llegó la hora de estar juntos para siempre, el secreto es respetar, no pensar igual”, dijo Alberto Fernández a la prensa como broche de la convocatoria que hizo la Iglesia en pos de terminar con la grieta y trabajar por la “paz” y la “unidad”.